Pues sí, esa frase que alguien me mandó hace tiempo en un poema y que tengo puesta en mi mesa de trabajo, es la que se me vino ayer a la cabeza despues de hablar con mi oncólogo. Por fin ayer tuve cita con él que no lo veía desde noviembre, y salí con una importante mezcla de sentimientos, y repitiéndome eso, no te rindas, no te rindas...
Le conté que hacía dos semanas que había terminado la radioterapia, y que el jueves me habían puesto el cuarto pinchazo de Herceptin, (todo eso él ya lo sabía porque tenía los informes por delante, pero yo siempre le hago un resumen), y le dije que me encontraba peor que nunca. Mucho más cansada, y eso me hacía estar desanimada porque no tener fuerzas para hacer nada ni ver a nadie me deprime un poco, la verdad. Y me tranquilizó, me dijo que era muy normal, y que los efectos de la radioterapia no se ven pero tardan en irse, y por supuesto, el Herceptin es un chute que puede sentar mal. A todo el mundo no le sienta igual, pero por lo general cansa bastante. Mis marcadores tumorales y analíticas me dijo que estaban bien.
Yo le dije que quería trabajar y empezar a recuperar mi vida normal, y volvió a recordarme que no hay superwomans en esto, y que este tiempo de curación es muy importante y hay que centrarse en el cien por cien. Que me merecía dedicarme solo a ello. Pero lo que más me impactó, fue que me dijo que estábamos en la mitad...¿cómo? ¿En la mitad de que? Pues sí,en la mitad del proceso...ha pasado lo más duro, pero queda bastante. En marzo hace un año del diagnóstico y yo pensaba que ya empezaría a ser yo. Y resulta que no. Hasta julio dura el tratamiento que, sí bien no me da fatiga ni hace que se me caiga el pelo, me tiene agotada y con muchos dolores por todo el cuerpo, sobre todo en la espalda, y después de verano hablaremos otros temas como el otro pecho que tiene algunos bultitos y que a lo mejor para curarnos en salud hay que quitar...en fin, que esto no se acaba!
Además ahora hay que volver a la pruebas desagradables para descartar que mis dolores de espalda sobre todo, no sean nada malo....en fin, ni pensar en eso, pero las pruebas hay que pasarlas. Gammagrafía ósea y otras de ese tipo.
Y ahora, ¿qué? Pues sentí como sí fuera el primer día y tuviera que volver a coger fuerzas y llenarme de ganas de luchar para poder con esto. En aquel momento no me dio tiempo a pensar mucho, todo era tan impactante y tan grave que la fuerza me salió de no se dónde y estuve por encima de las dificultades y llena de optimismo. Ahora no es así...pero tiene que ser así. Ahora hay veces que pienso que sí esto es una broma de mal gusto ya ha durado demasiado...Pero creo que tengo que llenarme de fuerzas otra vez, no hay otra manera de pasar esto. Pensé que ya se estaba acabando, la verdad. Y todo el mundo me dice que ya no me queda nada, porque me ven mejor aspecto, más delgada y sobre todo el pelo, pero lo cierto es que si me queda...y bastante. Así qué habrá que reinventarse. Pararse, coger fuerzas, descansar, y volver a luchar. Ya tenía yo ganas de entregarme a mi rutina de trabajo y de calle, no tener tanto tiempo para pensar sí me duele aquí o allí o me gusta o no esto o aquello que me ha pasado...si no vivir simplemente lo que viene con el día a día cargado de trabajo, de preocupaciones, de gente, de prisas...pero no, eso no llega aún.
Esta tarde tengo Reiki, que aunque no sabría explicar por qué, me hace mucho bien. Eso de las energías que nos pasamos los unos a los otros, yo no lo había oído nunca, pero la verdad es que funciona, y la gente que lo da de forma voluntaria es maravillosa, siempre vengo con las pilas cargadas de mis sesiones de Reiki.
Supongo que esta entrada no es tan optimista como las demás, porque yo estoy un poquillo desanimada, pero no os preocupéis, que ha sido una parada, un respirar hondo, coger impulso y empiezo de nuevo, con las mismas ganas y la misma alegría de siempre. Y no, no me rindo. A disfrutar de los planes puntuales que tengo, todos divertidos y rodeada de gente que me quiere. No se puede pedir más!